Según el filósofo costarricense Luis Camacho en una ponencia presentada en el Congreso Internacional de Filosofía realizado en Córdoba – Argentina en 1987, existió desde “los años 60 una visión lineal de las relaciones entre ciencia, tecnología, desarrollo, de modo que nos llevó a pensar que produciendo ciencia saldríamos del subdesarrollo”(1). Esta forma simplista de mirar el desarrollo ubicada en la búsqueda del crecimiento del P.B.I., acentuando la concepción de que con el crecimiento económico se impulsa al desarrollo. Esta visión unilateral deja de lado otros factores que directa o indirectamente favorecen al subdesarrollo, como ser la idiosincrasia de un pueblo, el peso de la tradición, las relaciones internacionales entre otros. En este sentido podemos decir que ciertas “políticas de desarrollo” convergen deliberada mente hacia un “proteccionismo internacional” que lejos de favorecer el despegue científico-tecnológico de un país, promueven investigaciones que en nada ayudan a los países “pobres”. La falta de una planificación en investigación, en conjunción con la adaptación de modelos de desarrollo que no contemplan las condiciones básicas de un país, lleva a incorporar tecnologías no siempre apropiadas y además con alto costo económico.
Así tenemos que, si un país considera como modelo de desarrollo al que tiene como elemento fundamental el P.B.I., opta por un desarrollo incompleto al dejar de lado el aspecto socio-cultural. El desarrollo debe consistir en un movimiento cultural abarcador que tenga en cuenta las necesidades que impone una región o país. Dejar de lado esta problemática significa negar la necesidad de generar un desarrollo global, estructural.
Corresponde preguntarnos, ¿quiénes tienen la responsabilidad de planificar y controlar la investigación para que se reviertan en beneficio de la sociedad? Planificar significa tener claros los lineamientos de una política de investigación que contemple por un lado, la concurrencia de proyectos, programas o trabajos hacia metas convergentes de modo que permitan aunar esfuerzos, aprovechar recursos humanos, naturales y materiales con objetivos comunes. Y por otro, apoyar la investigación científico-tecnológica en un marco más amplio en resguardo de un despegue nacional. Si esto no ocurre se corre el riesgo de “promover investigaciones parcializantes” basadas en proyectos regionales que al carecer de un marco de política de investigación global ni siquiera contribuye al progreso de la misma región a la que pertenece. Se fomenta en todo caso el individualismo, el interés personal, el excesivo voluntarismo desconociendo objetivos que promuevan la integración nacional, si los hubiera.
Creemos también que dentro de una planificación los proyectos y programas podrán ser evaluados de tal modo que quien asuma esta responsabilidad estará en condiciones de orientar propuestas alternativas para el logro de una política de desarrollo, marcar prioridades y hacer una distribución más justa del presupuesto nacional sin olvidar el valor de la ciencia y la tecnología en cualquier intento de desarrollo.
En cuanto al fomento de la investigación científica, parece pertinente recordar que en toda política de investigación subyace una filosofía que la sustenta y según cual sea se darán consecuentemente las prioridades. Mario Bunge, en un artículo titulado “Filosofía de la Investigación Científica de los países en desarrollo” publicado en el libro Pensamiento Latinoamericano en problemática ciencia, tecnología, desarrollo, dependencia de Jorge Sábato, (compilador) expresa con respecto a la ambigüedad de la palabra filosofía, que se “debe distinguir entre filosofía en sentido estricto, tomado como “gnoseología, metafísica, lógica”; y filosofía como “criterio y plan de acción” aunque pueda darse la siguiente relación: “Toda política supone una filosofía… y en particular toda política de desarrollo científico presupone una Filosofía de la Ciencia”(2).
Esto que para muchos parece obvio a la vez que sensato, puede acarrear problemas que se relacionan con el tipo de filosofía que se adopte, sea ésta fenomenológica, positivista, idealista, existencialista, etc. Así, si se da impulso a una filosofía positivista, es posible que se favorezca el surgimiento de la ciencia priorizando el aspecto tecnológico, en detrimento de la ciencia teórica. Cosa totalmente distinta si se acepta una fundamentación de tipo idealista y, como dice el autor “sin entrar a analizar posturas oscurantistas, como el existencialismo que hace un análisis muy particular de la ciencia frenando su desarrollo y desconociendo el proceso de innovación tecnológica que requiere obviamente de un proceso de retroalimentación con la ciencia básica” (3).
Todo esto que estará presente sin duda, al momento de trazar una política de investigación, supondrá otros aspectos menos teóricos que marcarán el carácter pragmático de la realidad que analizamos a nivel de investigación. Esto, puede observarse casi con certeza, dentro de las instituciones que analizamos -Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta y Secretaría de Planeamiento de la Provincia. En el primer caso, hay una gran proliferación de programas o proyectos que no están enmarcados dentro de una línea o política global que permita hablar de desarrollo en el futuro de nuestro país. De igual modo nos podríamos referir a los programas que supuestamente alientan el desarrollo regional, ya que en muchos casos se observa este objetivo, sus resultados ni siquiera se insertan en el proyecto de la Provincia. Todo esto hace difícil su análisis a la vez que denota la falta de planificación en Investigación y Desarrollo.
Creemos que tanto los proyectos de nuestra Universidad como aquellos que se presentan con mucha Frecuencia con el agregado “para promover el desarrollo de la región”, no adquieren ni la fuerza ni la dimensión necesaria para ello como tampoco se percibe su inserción en el proyecto de la Provincia conocido como “Norte Grande”, que comprende NOA y NEA. Por otra parte es te proyecto solamente existe en objetivos claros y promisorios pero sin líneas de acción concretas y concertadas. De tal modo que podemos afirmar que no existe integración en investigaciones ni dentro de cada una de estas instituciones, y mucho menos entre Universidad y Provincia, desafío que debemos asumir como investigadores.
Dentro de nuestro análisis podemos puntualizar otros aspectos:
1- Como la existencia de un número ventajoso de investigaciones tendientes a promover el desarrollo tecnológico, y un descuido casual quizás de investigaciones básicas y de humanidades.
2- Coincidencia en los objetivos de numerosos proyectos que señalan como prioritario “el desarrollo de la región”. La insistencia por lo regional, nos mueve a pensar en el peligro de un localismo no superado, de un excesivo acento regional no encuadrado dentro de un modelo de país.
Sabemos que la ciencia crece o se estanca junto a la sociedad, dado que es un subsistema dentro de la cultura, y como tal no escapa a las concepciones ideológicas dominantes. Para bien o mal, lo ideológico está presente y en tal sentido podría pensarse en el grado de apoyo que los proyectos de investigación puedan recibir. En una sociedad dependiente como la nuestra se puede esperar no sólo la indiferencia hacia la investigación científica como medio de desarrollo de un país, si no que hasta se favorece una “política de libertad” en investigación donde lo que prevalece es el esfuerzo individual del científico-investigador. No hay apoyo masivo, ni sostenido ni concertado.
Una política de investigación permitiría, orientar aquellos programas que coadyuvan al desarrollo nacional y regular la contribución que una sociedad puede hacer a la comunidad científica. Dentro del ámbito universitario permitiría un mejor aprovechamiento de los recursos humanos y materiales: investigadores, docentes, estudiantes, técnicos, edificios, laboratorios, bibliotecas, a la vez que facilitaría un diagnóstico eficaz para promover actividades que redunden en beneficio de un desarrollo global. Del mismo modo se lograría quizás, la creación de institutos que integren proyectos, programas no solamente de áreas particularizadas, si no promoviendo la tan deseada interdisciplinariedad. Caso contrario caeríamos en lo que dice Bunge con respecto a una política de investigación basada en una falsa Filosofía de la Ciencia; aunque no aceptamos cuando dice “países en desarrollo”: “La idea más difundida acerca de lo que debiera ser la ciencia en los países en desarrollo parece ser esta: deberá ser empírica, antes que teórica, regional antes que universal, aplicada antes que pura, natural antes que social y en todo caso filosóficamente neutral” (4).
Además permitiría a la Universidad salir al medio integrándose con instituciones oficiales o privadas· dentro de una política de investigación tendiente al desarrollo del país. En este sentido el análisis del Norte Grande nos acerca, aunque sea como propuesta a buscar un modelo de país que nos permita superar el centralismo dependiente de las provincias con respecto a Buenos Aires; cambiar la estructura de un país dependiente que repite el esquema centro-periferia en su interior, tal como lo vive dentro del contexto mundial – internacional. El federalismo esgrimido como anhelo y conservado a nivel teórico, adquiere en este proyecto una dimensión importante en tan to promueve la descentralización, rompe el esquema agro-importador caduco en esencia pero vigente en la práctica. El nuevo eje político de desarrollo propone modificar la relación económica NOA-NEA, con salidas a los países limítrofes, sin recurrir al viejo esquema de la pampa húmeda. Esquema que generó acumulación de capitales en el centro, quedando la periferia (distintas regiones) en un paulatino aislamiento económico. Aún se mantiene una economía vertebrada por el modelo portuario, y una línea económica regional no vinculadas entre sí, ni integradas totalmente a la nación. Es como si la historia de América signara la historia del desarrollo: Europa-América, apropiación de materias primas, crecimiento del puerto de Buenos Aires hacia afuera y consiguientemente la desprotección y el olvido del interior del país. Modelo que se repetirá posteriormente: se supera la etapa extractiva con mano de obra disponible, escasa e innecesaria tecnología, y sobreviene la importación de tecnología con alto costo para el país, que beneficia los centros y aprovecha los recursos de la periferia.
Para concluir creemos necesario remarcar la importancia de una planificación que oriente, impulse e integre el desarrollo de las provincias o regiones con un modelo nacional nuevo y con la integración de la Universidad como institución enclavada en la región.
En cuanto a la regionalización entendemos, tiende a atender necesidades reales de cada región como unidad política, cultural, económica, pero bregar por una autonomía sin la interacción racional dentro de un país como sistema, sólo producirá la atomización y desintegración de la investigación científica impidiendo el aporte necesario para superar el subdesarrollo.
Dentro de una sociedad existen problemas considerados “invariantes”, como salud, educación y otros “variantes” como ciertas enfermedades, o el analfabetismo que requieran soluciones apropiadas a la situación. Si como investigadores sólo atacamos las variantes, dejamos de lado toda propuesta necesaria para introducir cambios fundamentales y profundos. Esto podría ser quizás una forma interesante de organizar los proyectos de investigación científica, dado que permitiría, además del análisis de las distintas problemáticas, disponer de recursos humanos plenamente aprovechados, formando equipos interdisciplinarios y en consecuencia un verdadero sistema de investigación. Sistema que incluirá necesariamente las áreas de poder, llámese gobierno, empresa o universidad, los que en forma conjunta deberán determinar y apoyar la política de investigación que favorezca el desarrollo del país.
Daniela BARGARDI de ARROYO
Esta ponencia es parte del Proyecto Nº 106 del Consejo de Investigación de la UNSa. 1 989.
Notas
(1) CAMACHO, Luis. Escuela de Filosofía, Universidad de Costa Rica. Ponencia al Congreso Internacional de Filosofía – Córdoba, Argentina. Setiembre 1987, titulada “Las dos caras de la ciencia en el subdesarrollo”
(2) BUNGE, Mario – Filosofía de la investigación científica de los países en desarrollo. Pág. 44 en: Pensamiento Latinoamericano en la problemática ciencia – tecnología – desarrollo – dependencia. Jorge Sábato (compilador).
(3) BUNGE, Mario – op. cit. pág. 44.
(4) BUNGE, Mario – op. cit. pág. 45.